Durante el verano la mejor alternativa siempre han sido las perennes, por ejemplo, los iris, altramuz y ampollas continúan floreciendo hasta entrado el otoño con una oleada tras otra de color y formas: Digitalis, rosas, espuelas de caballero (delphinium), claveles (dianthus), malvas, lilas y más.
Afortunadamente hay muchas plantas perennes que florecen al final del verano incluyendo la equinácea, aster, crisantemos, sabio ruso (Perovskia atriplicifolia), cimicifuga, sedum, rudbeckia, y Phlox (flox).
Pero más allá de estas especies hay muchas anuales (que en algunas zonas se comportan como perennes también) que son la verdadera clave del color durante toda la temporada.
A diferencia de muchas plantas perennes, la mayoría de las anuales crecen en el calor de la primavera y una vez que comienzan a florecer lo seguirán haciendo incluso hasta comienzos del otoño (según las hayas plantado escalonadas o no).
Con un poco de planificación puedes crear asociaciones entre anuales y perennes que mantendrán tu jardín lleno de flores durante prácticamente entre 5 y 6 meses, lo que nos dará nuestro objetivo de: jardines floridos todo el verano.